Escrito por Pilar Guiroy
El ‘strix’, un ave nocturna que se alimenta de carne y sangre humana, es mencionado en las narraciones rumanas. El término rumano para vampiros, strigoi, deriva de esa palabra, igual que el nombre de la shtriga albanesa y la strzyga eslava, pero los mitos acerca de esas criaturas se parecen más a sus equivalentes eslavos.
Como ejemplo de la importancia de leyendas semejantes en tiempos posteriores, hay que notar que los historiadores y cronistas ingleses del siglo XII Walter Map y William de Newburgh registraron narraciones de ‘revenantes’ que guardan semblanza con los vampiros del Este de Europa.
La India de tiempos posteriores también tiene relación con varias entidades vampíricas. El Bhut o Prét es el alma de un hombre que murió prematuramente. Vaga entre los cuerpos de los muertos en la noche, atacando a los vivos igual que el ghoul o zombie. En el norte de la India está el BrahmarākŞhasa, ser vampiresco que tiene una cabeza rodeada de intestinos y un cráneo mediante el cual bebía la sangre. Pishacha son otras criaturas que se parecen a los vampiros en gran medida.
Como el Hinduismo cree en la reencarnación del alma, se supone que llevar una vida inmoral y pecaminosa, así como suicidarse, desembocaría en la reencarnación de este tipo de almas en espíritus malvados. Este tipo de reencarnación no nace directamente del útero, sino que es lograda directamente, y el destino de estos espíritus malignos está predeterminado hasta que consigan la liberación de ese yoni, para volver al mundo de la carne mortal en la siguiente reencarnación.
La divinidad india más famosa asociada a la sangre es Kali, que tiene colmillos, viste una guirnalda de cuerpos o cráneos y posee cuatro brazos. Sus templos están localizados cerca de terrenos de cremación. Ella y la diosa Durga lucharon contra el demonio Raktabija, que podía reproducirse de cada gota de sangre derramada. Kali bebió toda su sangre para que no cayera al piso, y así lo venció en batalla.
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